El clivaje en la masonería simboliza el proceso de autotransformación, donde las capas internas de imperfección se separan para ser trabajadas hacia una integración plena del ser.
Clivaje en la Piedra Bruta
La Piedra Bruta simboliza al ser humano en su estado primitivo, sin trabajo interior ni refinamiento. Este estado de «imperfección» puede ser visto como una especie de «clivaje» inicial, donde el individuo se encuentra fragmentado, sin una unidad completa de su ser.
En este sentido, la Piedra Bruta podría representar un ser que aún está marcado por contradicciones internas, limitaciones o aspectos inconscientes de sí mismo. A través del proceso de autoconocimiento y reflexión, esas capas internas de ignorancia o de imperfección comienzan a separarse para ser trabajadas.
La Piedra Pulida representa un estado de integración y perfeccionamiento, donde las capas antes separadas se han refinado y armonizado.
Clivaje como Proceso de Pulido
A medida que el masón comienza su trabajo interno de autodescubrimiento y superación, ese «clivaje» o separación interna de aspectos no desarrollados se transforma en una evolución progresiva.
La Piedra Pulida representa un estado de integración y perfeccionamiento, donde las capas antes separadas se han refinado y armonizado.
En lugar de ser fragmentadas, esas «capas» se unen en una estructura más sólida y equilibrada, lo que puede considerarse como la superación del clivaje hacia la unidad interior.
El Clivaje como Metáfora Evolutiva
El clivaje no solo se aplica a la separación de las imperfecciones internas, sino también al proceso evolutivo del ser humano.
A medida que el masón trabaja en sí mismo, esa separación inicial de lo imperfecto y lo no desarrollado (la Piedra Bruta) se va integrando en una forma más perfecta y completa (la Piedra Pulida).
El clivaje sería, entonces, el «corte» de las limitaciones del ser, donde cada fase del proceso masónico —el trabajo sobre sí mismo— va dejando atrás los aspectos que ya no sirven al crecimiento, hasta llegar a la unidad y equilibrio de la Piedra Pulida.
El Clivaje y la Transmutación: Ciclos Continuos en la Masonería
Es importante reconocer que el clivaje, lejos de ser una mera separación, también es un proceso de transmutación. El masón no solo «separa» sus fragmentos internos, sino que también los transforma, otorgándoles una nueva estructura y forma.
Este trabajo interno no es un acto único, sino una serie de ciclos continuos en los que el ser, al igual que la Piedra Pulida, se renueva y vuelve a enfrentarse a la tarea de integrar nuevas capas de autoconocimiento, hasta alcanzar una comprensión más profunda de su existencia.
Cada clivaje es, entonces, una invitación a una nueva fase de crecimiento, una oportunidad para renovar el trabajo interno y progresar hacia una versión más refinada de uno mismo, en constante búsqueda de la perfección.
Reflexión Abierta
En conclusión, el clivaje puede ser entendido en este contexto como un proceso que comienza con la división interna (la Piedra Bruta) y culmina con la integración y perfección del ser (la Piedra Pulida), en un ciclo continuo de autotransformación y autoexploración.