En un mundo que tantas veces se alimenta de apariencias, esta frase nos recuerda una verdad esencial: la forma no es la sustancia, y lo que vemos, no siempre es lo real.
Nos volvemos consumidores de reflejos, creyendo que basta con la imagen para saciar el alma. Pero igual que el reflejo del árbol, estas representaciones no alimentan. No nutren el espíritu, no transforman la conciencia.
Esta metáfora puede aplicarse a muchas dimensiones de la vida y también leerse como una advertencia frente a lo ilusorio, frente a todo aquello que imita sin tener sustancia real:
- Personas que aparentan ser algo que no son, pero que no tienen raíz ni coherencia interna.
- Ideas que suenan bien en la superficie, pero que carecen de profundidad o aplicabilidad real.
- Conocimientos que se repiten de memoria, sin ser encarnados ni comprendidos.
- Vidas construidas para agradar a otros, no para ser vividas desde lo esencial.
Este mensaje también puede ser una invitación.
Un llamado a buscar lo auténtico, lo esencial, lo enraizado.
A no conformarse con lo que simplemente se ve bonito o correcto desde lejos.
Solo el árbol real puede dar frutos verdaderos.
Reflexión Abierta
El reflejo de un árbol sobre la superficie calma de un lago puede ser una imagen perfecta: simétrica, luminosa, casi mágica. Pero por más real que parezca, no tiene raíces, no crece, no da sombra ni frutos. Es solo una proyección. Una ilusión que depende de la luz y del ángulo con que se mire.
Basta con que sople el viento, caiga una piedra en el agua o aparezca una nube… y la imagen se disuelve.
Así también, en nuestra existencia cotidiana, abundan los reflejos:
- Personas que repiten palabras sin comprensión.
- Conocimientos transmitidos sin haber sido vividos.
- Vidas guiadas por el deseo de complacer la mirada ajena.
- Instituciones que imitan valores sin practicarlos.
Solo lo que está enraizado en lo profundo, lo que ha crecido desde la tierra de la experiencia y se ha nutrido con la savia de la verdad interior, puede dar frutos reales.
Por eso, vale la pena preguntarse:
- ¿Estoy viviendo desde la raíz… o desde el reflejo?
- ¿Lo que muestro al mundo es fruto de un proceso auténtico… o una imagen construida?
- ¿Estoy buscando el árbol verdadero en mí… o me conformo con su espejo brillante?
Porque quien se alimenta del reflejo, termina con hambre.
Y quien cultiva el árbol verdadero…
llega el día en que puede alimentarse de sus propios frutos,
y hasta ofrecer sombra y alimento a otros.