El coaching ontológico suele alinearse con Heráclito, el filósofo del cambio y la transformación constante. Su enfoque sobre la impermanencia y la adaptabilidad está presente en muchas prácticas contemporáneas de desarrollo personal, donde se enfatiza la importancia de fluir con las circunstancias cambiantes de la vida.
Sin embargo, este enfoque puede enriquecerse si también se considera la profundidad que propone Parménides.
Parménides: La Esencia Inmutable del Ser
Parménides, con su afirmación de que el Ser es inmutable, no niega la existencia de los fenómenos o del cambio en el mundo sensible, sino que plantea la idea de una esencia profunda y permanente que subyace a todo lo que percibimos.
En cierto sentido, su pensamiento puede compararse con la programación de bajo nivel, donde el núcleo del sistema permanece constante mientras las apariencias (interfaz de usuario) pueden cambiar. Parménides nos invita a reconocer ese «núcleo» inmutable, el Ser primordial, que sostiene todo lo que existe, lo que no se ve afectado por las fluctuaciones de la vida cotidiana.
Heráclito: El Cambio como Constante Universal
Por otro lado, Heráclito aborda la realidad desde una perspectiva de cambio permanente. En su famosa máxima “Nadie se baña dos veces en el mismo río”, enfatiza la naturaleza transitoria de la existencia.
Desde el coaching ontológico, esta visión se alinea con la necesidad de adaptarse y ver en la transformación una oportunidad para el crecimiento personal.
Parménides y Heráclito: Dos Perspectivas Complementarias
En muchas interpretaciones contemporáneas, la relación entre Parménides y Heráclito se ha presentado como una oposición absoluta. No obstante, podría tratarse de enfoques complementarios que describen diferentes niveles de realidad.
El coaching ontológico, al centrarse en la idea de cambio y transformación, tiende a apoyarse más en Heráclito, pero podría beneficiarse al integrar la visión de Parménides, quien nos recuerda que, a pesar de la aparente mutabilidad del mundo, existen principios fundamentales que permanecen constantes.
El Cambio y la Inmutabilidad: Una Misma Realidad desde Diferentes Perspectivas
Desde la visión de Parménides, el cambio forma parte de un proceso inmutable: la transformación misma es constante y, por ende, también posee un carácter permanente.
Heráclito, por su parte, sostiene que lo único inmutable es el (proceso de) cambio. Si analizamos ambas posturas, observamos que no necesariamente se contradicen, sino que pueden entenderse como dos formas de describir una misma realidad desde perspectivas distintas.
Nadie se baña dos veces
en el mismo río.
(Heráclito)
La Metáfora del Agua: Una Ilustración del Cambio y la Permanencia
Una forma didáctica de ilustrar esta complementariedad es con la molécula de agua. Desde el punto de vista de Parménides, el agua no cambia porque siempre es agua; no se convierte en otra cosa. Pero, desde la óptica de Heráclito, sí cambia, pues ve el cambio de estado como sinónimo de transformación.
Sin embargo, el agua en sí no cambia; lo que cambia es su estado: líquido, gaseoso y sólido.
Lo mismo ocurre con los seres humanos: el Ser, como entidad primordial, no cambia; es inmutable, porque nunca deja de ser el SER.
En el juego de la encarnación, surgen el maquillaje de la personalidad, la identidad, los sistemas de creencias, la psique y otros conceptos mundanos que, aunque pueden enmascarar al Ser, no alteran su esencia, que sigue siendo permanente e inmutable.
Desde el punto de vista de Heráclito, el cambio es la constante, pero eso no elimina la existencia de una esencia subyacente inmutable: el SER.
Hacia una Conciencia Integradora
En lugar de tomar partido por una postura filosófica en detrimento de otra, podemos optar por un enfoque que valore la riqueza de ambas perspectivas.
En el contexto del coaching ontológico, reconocer la coexistencia de cambio y permanencia puede abrir nuevas posibilidades para la comprensión del ser humano y su desarrollo.
El verdadero desafío es trascender las dicotomías y fomentar una mirada que integre distintos niveles de análisis. En definitiva, tanto el cambio como la inmutabilidad forman parte de nuestra experiencia, y el verdadero aprendizaje radica en saber cómo armonizar ambas realidades en nuestro camino de crecimiento.
¿Por qué elegir (A) o (B) cuando perfectamente puede ser (AB)?
La premisa de tomar partido por un enfoque o el otro, como en el caso de ser parte del «Team Heráclito» o del «Team Parménides», es una trampa que puede ser disfuncional al limitar la libertad de elección y encerrar la capacidad de integrar lo mejor de ambas perspectivas.
Esta dicotomía impuesta tiene el riesgo de promover una visión sesgada, contaminando el poder de decisión de los estudiantes y favoreciendo una simpatía artificial por una opción predefinida.
ESe trata de un tipo de actitud que puede devenir en un dogmatismo camuflado, que no tiene cabida en el coaching ontológico, un espacio que debe ser libre de imposiciones.
La mirada personal de cada docente puede enriquecer el aprendizaje, pero también conlleva la responsabilidad de transmitir conocimiento sin inclinar la balanza hacia una interpretación predefinida.
Del mismo modo que utilizamos la mano izquierda, la derecha o ambas en función de la tarea, podemos adoptar la visión de Heráclito, Parménides o una síntesis de ambas, según lo que mejor sirva para ampliar la comprensión y el desarrollo del individuo.
Reflexión Abierta
En la danza entre el cambio incesante y la esencia perdurable, encontramos la clave para un coaching ontológico más profundo y efectivo. Al abrazar tanto el flujo heraclíteo como la solidez parmenídea, ampliamos nuestra comprensión y nuestra capacidad de acompañar la transformación.
La riqueza del coaching ontológico no reside en la adhesión dogmática a una sola perspectiva, sino en la capacidad de integrar la sabiduría de diferentes enfoques para comprender la complejidad del ser humano en su constante devenir.
Entonces surge la gran pregunta: ¿Por qué limitarnos a elegir un solo equipo cuando la orquesta completa ofrece una sinfonía de posibilidades? Integrar las perspectivas de Parménides y Heráclito nos invita a trascender las dicotomías y a abrazar la totalidad de la experiencia humana en el camino del coaching ontológico.
Para el coach que busca facilitar una transformación genuina, la comprensión de la tensión y la armonía entre el cambio y la permanencia se convierte en una herramienta invaluable. Al integrar las lecciones de Parménides y Heráclito, enriquecemos nuestra práctica y abrimos nuevas vías de crecimiento para nuestros coachees.